Cayetana

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jueves, 29 de noviembre de 2012

El colecho en otras culturas.

En Japón los bebés y los niños duermen entre sus padres, desde hace siglos. A la madre nipona le interesa que sus hijos se conviertan en una parte de la madre, en un ser social conectado. En estudios comparativos con otras culturas, como la americana, las madres japonesas esperan que el niño domine habilidades grupales, como la cortesía y el autodominio, y para las norteamericanas prefieren que dominen la expresión verbal y habilidades sociales como compartir con otros.
En EEUU existe una obsesión por conseguir que sus hijos sean independientes lo antes posible. El contacto físico con el bebé es relativamente mínimo, la madre rara vez lleva al niño en brazos. Se supone que es normal que los bebés lloren mucho, y los padres no consideran necesario responder a todos sus ataques de llanto.
Los bebés norteamericanos tienden a pasar la mayor parte del tiempo solos, durmiendo en una cuna, comen aparte del resto y se acuestan a otra hora.
La antropóloga Margaret Mead señalaba hace muchos años:
”Comprender el modo en que se trata a los niños es una de las maneras más reveladoras de rastrear a una sociedad”
En África (en el borde occidental de Kenia), los bebés gusii está en contacto con alguien, por lo menos, el doble que el bebé norteamericano blanco. Las madres gusii ofrecen el pecho sin horarios fijos, el objetivo es mantener al bebé contento. Los bebés gusii lloran la mitad que los del mismo tiempo en países industrializados, según estudios de Robert y
Sarah LeVine, realizados dentro del proyecto “Seis culturas” desarrollado por Beatrice y John Whiting. El bebé gusii nunca queda solo; las madres no conciben que pueda estar solo en un cuarto llorando. Los aches de Paraguay, grupo muy estudiado por antropólogos. Estos bebés pasan el 93% del tiempo diurno y el 100% nocturno en contacto con su madre. Hasta cumplir los tres años no se alejan mucho de ella. La lactancia se mantiene unos dos años, hasta el siguiente embarazo. Extraído del libro de Meredith F. Small. “Nuestros hijos y nosotros”

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