Había cometido tantos errores a lo largo de mi vida que ya no sabía que
 hacer con ellos. Al principio los iba guardando en los cajones de mi 
casa en un fallido intento por olvidarlos, cosa que me fue imposible 
porque cada vez que buscaba alguna solución (que también suelo 
guardarlas en los cajones), aparecían recordándome el fallo cometido.
 Cuando ya los cajones no cerra
 ban del peso, tuve que sacar algunos errores y empezar a colocarlos en 
los altillos de los armarios. Ahí tenía sitio de sobra así que me relajé
 pensando que pasaría mucho tiempo hasta que completase ese gran hueco. 
Otro error. Al cabo de unos meses ya no cerraban las puertas. Y claro, 
entre tanta equivocación apenas se veían las soluciones, pero estaban 
ahí guardadas, sólo que yo no tenía paciencia para buscarlas.
 Ya cuando mi casa había sido "okupada" por tantos errores tuve que 
tomar una medida drástica, no podía continuar así, tropezando por el 
pasillo, sin sitio en la encimera de la cocina y sentándome encima de 
ellos por todas partes. Y como suelen aparecer las cosas, osea, cuando 
no las buscas, apareció un día en un cajón la solución: abrir una tienda
 para vender todos mis fallos.
 Eran ventajas por todas partes. No 
tenía trabajo y ahora iba a montar un negocio, además de perder de vista
 todos esos lastres en mi vida me sacaría unos beneficios.
 ¿Y quién 
querría comprar mis errores? ¿ acaso la gente es tan tonta que compraría
 los errores de otra persona para sí misma?. Pues sí. Mi tienda fue todo
 un éxito porque nadie escarmienta por cabeza ajena y lo que para mí fue
 un error, tal vez para otra persona no lo sea.
 El caso es que me 
quedé apenas sin errores y claro, tuve que cerrar mi tienda. Pero estaba
 lista para comenzar de cero con el almacén vacío pero deseosa por 
llenarlo de las cosas que he ido comprando con el dinero que gané 
vendiendo mis desaciertos.
 Invertí en sabiduría, que me deja unos 
grandes réditos. Me hice de una buena experiencia que he puesto a plazo 
fijo. Ahorré disgustos y lágrimas. No me hizo falta comprar alegría, me 
la regalaron por mis buenos negocios. Y la tranquilidad se acomodó en 
mis cajones, ya vacíos y aburridos de estar tan solos. Sé que seguiré 
cometiendo equivocaciones, lo que ocurre es que el espacio donde las iré
 guardando ya está ocupado por las vivencias, y éstas serán muy 
reticentes a la hora de dejar sitio para nadie más.
 ¿ Y saben qué 
les digo queridos amigos?... que no hay ni un sólo día que no recuerde 
todos mis errores, porque gracias a ellos soy la que soy y cuando veo 
que alguien va a cometer el mismo error que yo cometí, sólo le puedo 
pedir que ... le alquilo mi tienda.
 
 "Me gustan mis errores, no quiero renunciar a la libertad deliciosa de equivocarme". Charles Chaplin.
 
 MAITE NAVARRO (Usuaria de Psicóloga Emocional).
 
 
Eran ventajas por todas partes. No tenía trabajo y ahora iba a montar un negocio, además de perder de vista todos esos lastres en mi vida me sacaría unos beneficios.
¿Y quién querría comprar mis errores? ¿ acaso la gente es tan tonta que compraría los errores de otra persona para sí misma?. Pues sí. Mi tienda fue todo un éxito porque nadie escarmienta por cabeza ajena y lo que para mí fue un error, tal vez para otra persona no lo sea.
El caso es que me quedé apenas sin errores y claro, tuve que cerrar mi tienda. Pero estaba lista para comenzar de cero con el almacén vacío pero deseosa por llenarlo de las cosas que he ido comprando con el dinero que gané vendiendo mis desaciertos.
Invertí en sabiduría, que me deja unos grandes réditos. Me hice de una buena experiencia que he puesto a plazo fijo. Ahorré disgustos y lágrimas. No me hizo falta comprar alegría, me la regalaron por mis buenos negocios. Y la tranquilidad se acomodó en mis cajones, ya vacíos y aburridos de estar tan solos. Sé que seguiré cometiendo equivocaciones, lo que ocurre es que el espacio donde las iré guardando ya está ocupado por las vivencias, y éstas serán muy reticentes a la hora de dejar sitio para nadie más.
¿ Y saben qué les digo queridos amigos?... que no hay ni un sólo día que no recuerde todos mis errores, porque gracias a ellos soy la que soy y cuando veo que alguien va a cometer el mismo error que yo cometí, sólo le puedo pedir que ... le alquilo mi tienda.
"Me gustan mis errores, no quiero renunciar a la libertad deliciosa de equivocarme". Charles Chaplin.
MAITE NAVARRO (Usuaria de Psicóloga Emocional).

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