Los pequeños hervíboros, como los conejos, pueden esconder a sus crías en una madriguera, salir acomer y volver varias veces al día para darles el pecho. Sus crías no caminan nada más nacer, sino queson indefensas durante los primeros días. Lo mismo ocurre con la mayoría de los carnívoros, como los gatos, perros o leones. La madre sale a cazar dejando a sus indefensas crías escondidas. Las crías no nacen sabiendo, sino que aprenden, y esto es importante, porque les permite una mayor flexibilidad. Una conducta innata es siempre igual,una conducta aprendida puede adaptarse mejor a las condiciones del entorno, y perfeccionarse con la práctica. La primera vez que un ciervo ve a un lobo, debe salir corriendo. Si no lo hace bien, morirá, y por lo tanto no podrá aprender a hacerlo mejor. Por eso es lógico que los ciervos sepan correr en cuantonacen. Los lobos sí que pueden aprender: la primera vez el ciervo se les escapa, pero con la práctica consiguen atraparlo. Los juegos de su infancia constituyen un aprendizaje para su vida adulta.Los primates (los monos) parece ser que descendemos de animales que caminaban nada más nacer.Pero, al vivir en los árboles, tuvimos que hacer cambios. Bambi resbala varias veces antes de ponerseen pie; y eso no tiene importancia en el suelo. Pero, subido en una rama, un resbalón puede ser fatal.De modo que los monitos van todo el día colgados de su madre, hasta que son capaces de ir solosperfectamente, sin el menor error.Pero es el monito el que se cuelga, activamente, de su madre, agarrándose con fuerza a su pelo conmanos y pies, y al pezón con su boca (cinco puntos de anclaje). La madre puede correr de rama enrama, sin preocuparse de sujetar al niño.¿Se atrevería usted a ir de rama en rama, o simplemente caminando por la calle, con su bebé a cuestaspero sin sujetarlo, ni con los brazos ni con ningún paño o correa? Claro que no. Para que un niño seacapaz de colgarse de su madre y sujetarse solo durante largo rato, probablemente debería tener almenos dos años. Ya nuestros primos más cercanos, los chimpancés, son incapaces de sujetarse solosal principio, y su madre tiene que abrazarlos, pero sólo durante las dos primeras semanas. La diferenciacon nuestros hijos es abismal. Y para caminar (no para dar cuatro pasos a nuestro alrededor, comohacen al año, sino caminar de verdad, para seguirnos cuando vamos de compras, sin llorar y sin quetengamos que girar la cabeza cada segundo a ver si vienen o no), nuestros hijos tardan al menos tres ocuatro años.Hasta los 12 o 14 años, es prácticamente imposible que los niños sobrevivan solos; y en la práctica,procuramos no dejarles solos hasta los 18 o 28 años. Los seres humanos son los mamíferos que durantemás tiempo necesitan a sus padres, y dejan muy atrás al segundo clasificado.Probablemente, esto se debe en parte a nuestra gran inteligencia. Como decíamos de los lobos, laconducta debe ser aprendida para ser inteligente, pues la conducta innata es puramente automática.Nuestros hijos tienen que aprender más que ningún otro mamífero, y por lo tanto tienen que nacersabiendo menos.¿Y qué tiene todo esto que ver con que los niños se despierten? Ya llega, ya llega. Ahora mismoveremos que tiene que ver todo lo anterior con la conducta de su propio hijo.Empezábamos diciendo que hay crías que necesitan estar todo el rato con su madre, encima de ella osiguiéndola a poca distancia, y otras que se quedan escondidas, en un nido o madriguera, esperando aque su madre vuelva. Para saber a qué tipo pertenece un animal, basta con observar cómo se comportauna cría cuando su madre se va. Los que tienen que estar siempre juntos se ponen inmediatamente allorar, y lloran y lloran (o hacen el ruido equivalente en su especie) hasta que su madre vuelve. Una críade ganso, por ejemplo, aunque tenga agua y comida cerca, no come ni bebe, sino que sólo llora hastaque sus padres vuelven, o hasta la muerte. Sin sus padres, de todos modos no tardaría en morir, por loque debe agotar toda su energía en llorar para que vuelvan. Y debe empezar a llorar inmediatamente, encuanto se separa, porque cuanto más tarde en hacerlo más lejos estará, y por tanto más difícil será quele oiga. En cambio, un conejito o un gatito, cuando su madre se va, permanecen muy quietos y callados.Esa separación es normal en su especie, y si se pusieran a llorar podrían atraer a otros animales, lo quesiempre es peligroso. ¿Cómo reacciona su hijo cuando usted le deja en la cuna y se aleja? Si, comohacían los míos, "se pone a llorar como si le matasen", quiere decir que, en nuestra especie, lo normal esque los niños estén continuamente, las 24 horas, en contacto con su madre.Y no es difícil imaginar que hace 50.000 años, cuando no teníamos casas, ni ropa, ni muebles, separarsede su madre significaba la muerte. ¿Se imagina a un bebé desnudo en el campo, al aire libre, expuestoal sol, a la lluvia, al viento y a las alimañas, sólo durante ocho horas, mientras su madre "trabaja"recogiendo frutas y raíces? Ni siquiera una hora podría sobrevivir en esas circunstancias. En tiemposde nuestros antepasados, los bebés estaban las 24 horas en brazos, y sólo se separaban de su madrepara estar unos momentos en brazos de su padre, su abuela o sus hermanos. Y cuando empezaban acaminar lo hacían alrededor de su madre, y tanto la madre como el niño se miraban continuamente, y seavisaban mutuamente cuando veían que el otro se despistaba.Hoy en día, cuando usted deja a su hijo en la cuna, sabe que no corre ningún peligro. no pasará frío,ni calor, ni se mojará, ni se lo comerá un lobo. Sabe que usted está a pocos metros, y le oirá si pasaalgo y vendrá en seguida (o, si usted ha salido de casa, sabe que otra persona ha quedado de guardia,escuchando a pocos metros). Pero su hijo no sabe todo eso. Nuestros niños, cuando nacen, sonexactamente iguales a los que nacían hace 50.000 años. Por si acaso, a la más mínima separación,lloran como si usted se hubiera ido para siempre. Más adelante, cuando empiece a comprender dóndeestá usted, cuándo volverá y quién le cuida mientras tanto, empezará a tolerar las separaciones con mástranquilidad. Pero aún faltan unos años.Casi toda la conducta del bebé, que aún no ha aprendido nada, es instintiva, idéntica a la de nuestrosremotos antepasados. Y la conducta instintiva de la madre también tiende a aparecer, aquí y allá,despuntando entre nuestras gruesas capas de cultura y educación.Por eso, cuando vaya al parque con su hijo de tres años, ambos se comportarán de forma muy similara sus antepasados. Usted mirará casi todo el rato a su hijo, y le avisará cuando se despiste ("venaquí" "no vayas tan lejos"). Su hijo también le mirará con frecuencia, y si la ve despistada o hablando conotras personas se pondrá nervioso, incluso se enfadará, e intentará llamar su atención ("mira, Mamá,mira" "mira qué hago" "mira qué he encontrado"...)Llegamos a la noche. Es un periodo particularmente delicado, porque si el niño duerme ocho horas, yla madre se ha ido durante este tiempo, cuando despierte puede estar a siete horas de marcha, y pormás que llore no la oirá. Hay que montar la guardia. Durante las primeras semanas, nuestros hijos estántan completamente indefensos que es su madre la que debe encargarse de mantener el contacto. Enaquellas raras culturas (como la nuestra) en que madre e hijo no duermen juntos, la separación hace quela madre esté muy intranquila, y sienta la necesidad imperiosa de ir a ver a su hijo cada cierto tiempo.¿Qué madre no se ha acercado a la cuna "para ver si respira"? Claro que sabe que está respirando,claro que sabe que no le pasa nada, claro que sabe que su marido se reirá de ella por haber ido... perono puede evitarlo, tiene que ir.A medida que el niño crece, se va haciendo más independiente. Eso no significa que pase más tiemposolo, o que haga las cosas sin ayuda, porque el ser humano es un animal social, y no es normal que estésolo. Para un ser humano, la soledad no es independencia, sino abandono. La independencia consisteen ser capaces de vivir en comunidad, expresando nuestras necesidades para conseguir la ayuda deotros, y ofreciendo nuestra ayuda para satisfacer las necesidades de los demás. Ahora ya no hace faltaque usted vaya a comprobar si su hijo respira o no; ¡él se lo dirá! Como se está haciendo independiente,será él quien monte guardia. Se despertará más o menos cada hora y media o dos horas, y buscará a sumadre. Si su madre está al lado, la olerá, la tocará, sentirá su calor, tal vez mame un poco, y se volverá adormir en seguida. Si su madre no está, se pondrá a llorar hasta que venga. Si Mamá viene en seguida,se calmará rápidamente. Si tarda en venir, costará mucho tranquilizarle; intentará mantenerse despierto,como medida de seguridad, no sea que Mamá se vuelva a perder.Es aquí donde la vida real no coincide con los libros, porque a las madres les han dicho que, a medidaque su hijo crezca, cada vez dormirá más horas seguidas. Y muchas se encuentran con la sorpresade que es todo lo contrario. No es "insomnio infantil", no son "malos hábitos", simplemente es unaconducta normal de los niños durante los primeros años. Una conducta que desaparecerá por sí sola, nocon "educación" ni "entrenamiento", sino porque el niño se hará mayor y dejará de necesitar la presenciacontinua de su madre.Si cada vez que su hijo llora usted acude, le está alentando a ser independiente, es decir, a expresar susnecesidades a otras personas y a considerar que "lo normal" es que le atiendan. Eso le ayudará a ser unadulto seguro de sí mismo e integrado en la sociedad.Si cuando su hijo llora usted le deja llorar, le está enseñando que sus necesidades no son realmenteimportantes, y que otras personas "más sabias y poderosas" que él pueden decidir mejor que él mismo loque le conviene y lo que no. Se hace más dependiente, porque depende de los caprichos de los demás yno se cree lo suficientemente importante para merecer que le hagan caso.Una infancia feliz en un tesoro que dura para siempre, que nadie podrá jamás arrebatarte. La infancia desu hijo está ahora en sus manos.
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