Sin darnos cuenta, podemos estar inmersos en relaciones con personas manipuladoras que cambian nuestro modo de pensar o de actuar, por su propio bien.
Existen diferentes “categorías” dentro de los manipuladores, según el control que ejerza ese individuo sobre nosotros. Si esa presión es muy grave, los expertos la denominan: “perversidad narcicista” y de ello hablaremos en este artículo.
Seguro has visto varias películas, has leído libros o escuchado historias sobre personas que manipulan a sus parejas, a sus hijos, a sus amigos, etc. Este tipo de personalidad existe en todas las familias y no siempre estamos al tanto de la situación. Es más, hasta podemos ser víctimas de personas manipuladoras ahora mismo y no saberlo.
Los perversos narcicistas, como llaman algunos psicólogos a este perfil, son aquellos que constantemente están diciendo al otro qué tiene que hacer, de una manera sutil (o no), pero con una efectividad que realmente asusta, a la vez que coartan su libertad.
Cuando se habla de un individuo perverso, lo es las 24 horas del día, sin distinción. La relación con su víctima se ha determinado de esa manera y no hay nada que pueda cambiarla, a menos que el que está sufriendo la manipulación empiece a querer modificar la situación.
Sobre todo en las relaciones de pareja con una persona manipuladora, puede pasar mucho tiempo hasta que la víctima se da cuenta de lo que ocurre. Ésta no desea escuchar lo que le dicen sus seres queridos, cree que todo el mundo está equivocado, que la otra persona lo hace porque la quiere, que puede tomar sus propias decisiones, que no le tiene miedo, etc.
En algún momento, aún no está claro por qué, la persona que sufre las garras del manipulador se despierta de ese adormecimiento.
Imagina por un instante lo que realiza la araña con su presa: la envuelve en su tela, hasta que finalmente se alimenta de ella. Algo similar ocurre con los manipuladores y la energía positiva de su “presa”.
Más allá de decir que la víctima de un manipulador tiene carencias o problemas, debemos indicar que el perverso narcicista es quién necesita ayuda también.
Si bien en las relaciones todos nos complementamos, el que tiene más para perder es el manipulador, no el manipulado. Esto es así, ya que está “consumiendo” algo que la víctima tiene, como puede ser capacidad intelectual, bondad, carisma, solidaridad, autoestima, amistades, trabajo, salud, etc.
Siempre hablamos de las características de las personas manipuladoras y de cómo darnos cuenta si alguien nos está controlando, pero nunca ponemos en tela de juicio por qué esa persona reacciona de esta manera, qué es lo que está necesitando y de qué forma pide ayuda. No estamos con esto diciendo que no sea responsable o culpable de sus actos, sin embargo, habría que analizar qué traumas o problemas del pasado lo han llevado a actuar de esa manera o cuáles son sus necesidades más profundas.
Cuando un perverso narcicista se encuentra con alguien fácil de gobernar, es donde puede poner en práctica o depositar todos sus traumas. Sin ánimos de ofender a nadie, un manipulador actúa cuando la víctima lo permite. No siempre esto ocurre a propósito por parte del manipulado y hasta hay casos en los que el victimario tampoco se da cuenta.
El perverso envidia aquello que el otro tiene, por ello utiliza sus herramientas para tomárselo. La víctima no puede ver las maniobras usadas en su contra, está ciega de tan enamorada, no toma las acciones del otro como algo negativo, etc.
Pero esto puede influir en su mente y en sus emociones, lo mismo que ocurre con una gota que cae sobre una piedra, tras miles de años la termina desgastando.
Cuando un manipulador se encuentra con una persona segura de si misma, que sabe lo que le gusta, tiene sus propias opiniones sobre ciertas cosas y hasta le ha ocurrido algo malo con un perverso narcisista antes, cuenta con más armas a su disposición para no permitir que las telas de la araña lo envuelva.
Pero atención, que nadie está 100% inmune de este tipo de personalidades, ya que algunos saben a la perfección como hacer un “trabajo fino” y casi imperceptible, hasta que el otro se convierte en una marioneta.
Ten mucho cuidado con las personas con las que te relacionas. No es cuestión de sentirte amenazado o perseguido todo el tiempo, pero si de caminar por senderos seguros.
No dudes tampoco en hacer un trabajo de introspección para determinar, de manera objetiva, si puedes llegar a tener una personalidad que se puede manipular fácilmente.
Vía: lamenteesmaravillosa
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