Los expertos recomiendan a las madres que hagan caso omiso a la manida crítica: «no cojas tanto al niño que lo malcrías»
La mayoría de las imágenes que reflejan la idea de una 
maternidad son mujeres con hijos en brazos. Resultaría bastante chocante
 ilustrar un texto sobre crianza, bebés, amamantar… con una imagen de 
una mujer cruzada de brazos y su hijo acostado en un carrito... mientras
 llora. Enseguida nos preguntaríamos qué problema ilustra esa imagen. De
 manera inconsciente tenemos asumido que los brazos de una mamá es el espacio ideal donde los bebés y no tan bebés, descansan, se acurrucan, dormitan, están plácidos. 
Sin embargo si preguntamos a mujeres madres cuántas veces han escuchado la manida frase: «no lo cojas tanto en brazos que lo acostumbras» muchas,
 con toda probabilidad, nos contarán que «muy a menudo». Y es que parece
 que haya una conspiración en contra de los más indefensos; los bebés. 
Es como si se hubiese tornado en dogma de fe que cogerlos en brazos, 
efectivamente, los malcría, los vicia. 
Habría que preguntarse seriamente qué significan esos 
conceptos o también preguntar de dónde han salido esas ideas tan poco 
cercanas a la realidad. Póngase en situación: viernes noche, película en
 el sofá tranquilamente después de una larga semana, sentada con su 
pareja. Suponiendo que esté usted a gusto con esa pareja (y los bebés lo
 están con sus mamás), ¿preferiría que su pareja le cogiese de la mano y de vez en cuando le dedicase un arrumaco o, por el contrario, preferiría la frialdad de cada uno en un sofá y bien apartados? 
Relación idílica
Si la relación es buena, es de cariño, los abrazos son 
bienvenidos. En el caso de los niños y muy especialmente de los bebés, 
la relación con sus madres es idílica, de hecho no hay fisuras. No han 
tenido el tiempo de la desilusión que tenemos los adultos. Por eso los 
niños necesitan brazos, abrazos, amor, caricias. Y estos signos de 
cariño ni malcrían ni crean vicio. ¿Le crea a usted vicio abrazar a su 
pareja?, ¿Si su marido le diera besos cada mañana de buenos días o de 
buenas noches le diría que lo espacie en días alternos para evitar 
futuros males? Entonces, ¿por qué esa frialdad con los niños que son, precisamente, los que menos entienden y
 atienden a esas normas sociales? Si usted llora desconsolada porque 
está triste prefiere que su pareja la abrace y le diga que todo saldrá 
bien o por el contrario aceptaría de sumo gusto que esperase a que usted
 se calme sola? ¿Cómo es posible que lo que en adultos vemos bien y 
natural en bebes/niños lo veamos como una manera de malcriar?
Hemos preguntado al conocido pediatra Carlos González, autor, entre otros libros de Bésame Mucho
 (Temas de Hoy) un fantástico manual que explica pormenorizada y 
científicamente el porqué los cachorros de los humanos necesitan tanto 
de los brazos y, además, por qué todos (todos) los niños piden brazos: «Porque los necesitan.
 Por lo mismo que se abrazan los amigos y se besan los enamorados. Los 
seres humanos tenemos necesidades afectivas, necesitamos la presencia 
física, la atención y el contacto físico de los seres queridos. Y esa necesidad es particularmente intensa en la primera infancia, porque
 los niños pequeños no pueden sobrevivir sin sus padres. Vienen al mundo
 con el instinto de relajarse felices en brazos de su madre, y de llorar
 desesperados cuando su madre se aleja».
Una madre generalmente viene acompañada del instinto que 
complementa al del bebé y ése es el de atender sus necesidades 
(generalmente en forma de llanto), sin embargo muchas madres se encuentran con un terrorífico muro: las críticas. Muchas
 son las que, presionadas por el entorno que les rodea dejan de atender a
 su bebé cuando llora como ellas quisieran y en contra de lo que su 
instinto les dice: cogerlos en brazos, achucharlos, consolarlos, 
acunarlos. ¿Qué hacer frente a esas críticas? Desde luego obviarlas, y, 
como dice Carlos González, «por suerte apenas nadie dice ya esas 
tonterías pero si las escuchamos, obviarlas, nadie puede obligarnos a no
 querer a nuestros hijos».
Beneficio psicológico
Muchas veces para demostrar la defensa de alguna práctica 
se recurre a los estudios científicos. En este caso se podría tratar de 
reunir factores psicológicos que lo aconsejaran y preguntándoles al 
afamado pediatra nos dice tranquilamente: «¿Qué es un beneficio psicológico?
 Los padres están a gusto, los bebés también, ¿hace falta algo más?». A 
veces la lógica aplastante supera con creces cualquier tesis sesuda 
basada en miles de experimentos.
Pero, por si alguna madre (padre) todavía quisiera tener 
alguna argumentación que le parezca válida de cara a las críticas que 
cree que no puede o no sabe combatir, siempre puede decir que los niños 
que están en brazos mucho tiempo tienen menos cólicos y lloran menos, y 
eso sí está demostrado. Preguntamos a Carlos González si esta teoría es 
cierta y nos la confirma: «En general, los niños que van todo el tiempo colgados de sus madres (es decir, la mayor parte de los niños del mundo) lloran muy poco. Es lógico. No tienen muchos motivos para llorar».
Es importante resaltar dos aspectos: el importante dato de que la mayoría de los niños del mundo van casi siempre en brazos, ya que la costumbre de llevarlos en carritos es nueva,
 propia de las sociedades muy modernas y llenas de prisas donde la 
quietud y la calma han pasado a segundo plano. Por otro lado, es muy 
importante reseñar algo muy obvio, pero no por ello menos importante: si
 la persona que más te quiere del mundo constantemente te besa y te 
abraza, ¿qué motivos tendrías para llorar?
Curioso cómo las cosas sencillas han ido progresivamente 
cambiando con los años y perdiendo su razón de ser. La próxima vez que 
te lo cuestiones, recuérdalo: cógelo en brazos, sí, sigue tu instinto.
 No lo estás haciendo mal, muy al contrario, estás creando con algo tan 
sencillo como abrazar, un ser humano lleno de seguridad. La seguridad de
 que alguien tan importante como su madre lo quiere y lo protege.
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