Nuestros
primeros recuerdos son de esta época, los tres años. La madurez y el
desarrollo del lenguaje
permiten el desarrollo de la memoria autobiográfica. No queremos
animarte a ‘manipular’ su memoria, ya que hay muchas cosas que pasarán
sin estar nosotros presentes. Pero, ya que de todas formas influimos en
sus recuerdos, ¿por qué no hacerlo conscientemente? Será el recuerdo de sus primeras experiencias el que configure muchas de sus actitudes ante la vida. Para hacerlo bien, debemos conocer más sobre su memoria.
Asesora: Antonia Mercedes González Cuenca, psicóloga y profesora de la Universidad de Málaga.
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¿Cómo funciona la memoria de un niño de tres años?
- La memoria tiene dos funciones: identificar (es decir, reconocer), y reproducir (o recordar).
- A los tres años la memoria de un niño es muy buena identificando (perro, casa, sopa) y empieza a dar sus primeros pasos en el campo de la reproducción o el recuerdo.
- ¿Cuál es la dificultad? Un recuerdo entraña gran complejidad, porque implica una interpretación de la realidad y una estructura narrativa para contarlo: la cuchara, que es una realidad, se cae en el pie y le hace daño…
- ¿Qué hechos le dejan huella? Las relacionadas con su propia biografía.
- ¿Por qué la memoria autobiográfica es posible ahora y no antes?
- Para que haya memoria autobiográfica ha de haber un «yo» que organice los sucesos en torno a él. El desarrollo de este ‘yo, protagonista de su vida’, ocurre hacia los tres años, debido al desarrollo de la conciencia del niño.
- Gracias a la adquisición del lenguaje, el niño tiene la capacidad de relacionar, de narrar una escena o una historia, más allá de la mera descripción de los objetos que ve. Esto le permite organizar recuerdos.
- Tienen la capacidad de percibir la diferencia de un suceso sobre un fondo de sucesos rutinarios. Hasta esta edad los niños se centraban en lo que conocían, y de ahí la importancia de crear rutinas, pero ahora son capaces de apreciar lo diferente.
¿Cómo fomentar buenos recuerdos?
- Los niños retienen lo que viven, no lo que les decimos. Por eso recuerdan definitivamente al tigre desde el día que fueron al zoo, y no desde que colorearon su imagen en casa.
- La experiencia es clave para fijar recuerdos, pero también podemos apoyarnos en actividades y tecnologías que nos ayudan a mantener vivo el recuerdo. Las colecciones, los videos, etc, ayudan a sacar a la luz viejos recuerdos que necesitan avivarse un poco para sobrevivir.
- Los sonidos y los olores constituyen en sí mismos un recuerdo, como asociar el olor del chocolate con los domingos, porque solo se desayuna ese día. Asociando el olor del chocolate a la taza a los domingos en casa de su abuela.
- Recuerdos fotográficos. Una fotografía de la visita al castillo refuerza el recuerdo visual de esa jornada. Es una buena idea disponer de un buen álbum de fotos que los niños nos ayuden a organizar: eligiendo las fotos que vamos a colocar, recordando la historia antes de pegarlas, haciéndoles partícipes de nuestra emoción, etc.
Estrategias para construir su memoria
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Preparar la actividad, hablar de ella los días previos, grabarla o sacar fotos, comentarla al día siguiente, rememorarla de vez en cuando.
Con tres años ya tienen capacidad para disfrutar con experiencias nuevas y las actividades o hechos que rompen su rutina se les queda grabada en la memoria. - Ayudarles a ampliar sus conocimientos. Está demostrado que asimilamos mejor la información de los temas que dominamos. Por eso, si queremos ir al zoo y convertir nuestra visita en un recuerdo excepcional, podemos comenzar creando un contexto que haga la excursión interesante para nuestro hijo. Y, durante la visita, prestarles nuestra mirada y nuestra interpretación de la realidad para ayudarles a construir sus recuerdos.
- Dar una interpretación, un sentido a lo que vemos, a lo que ocurre, ser capaces de conectar unas imágenes con otras y crear una escena con sentido está en el origen del recuerdo. Por eso, es bueno prestarles el lenguaje del que aún no disponen para interpretar la realidad.
- Darle un sentido positivo a lo que ocurre, enseñarle a interpretar la realidad a su favor, es un apasionante tarea para los padres y una valiosa herramienta para la vida de los niños. Ayudarle a generar esos recuerdos puede ser la diferencia entre un recuerdo positivo y uno negativo.
Asesora: Antonia Mercedes González Cuenca, psicóloga y profesora de la Universidad de Málaga.
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